El flamante presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), habló con Materia Pendiente sobre los desafíos y las nuevas iniciativas de la institución.
Además, se refirió al rol de la ciencia y la tecnología en la sociedad, al ingreso a la Carrera de Investigación y a las becas de doctorado, y a las líneas de investigación aplicada en ambiente y salud.
Producción: Darío Andrinolo, Florencia Yaniello
Textos: Florencia Yaniello
Desde abril de este año, el doctor Roberto Salvarezza preside el
organismo de Ciencia y Técnica más importante del país. El Doctor en
Bioquímica, cuyas áreas de estudio son la nanociencia y la nanotecnología,
asegura que el CONICET está en un momento de cambios en el que asume un papel
importante dentro de las políticas nacionales. Con la idea de potenciar los
proyectos tecnológicos de impacto social, Salvarezza aclara que “están creando un nuevo espacio”, en el
que pretenden que los investigadores se muevan del área de la ciencia básica a
la ciencia aplicada, bajo las políticas que diseñe el Estado.
A su entender, ¿cuáles son los desafíos de
CONICET hoy y cuáles son las diferencias en las líneas de investigación con la
década del ’90?
La situación con respecto a la década del ’90 es completamente
diferente, porque en ese momento, CONICET se insertaba en una política nacional
en donde la ciencia y la técnica no eran unos de los pilares sobre los cuales
se pretendía avanzar en la economía del país. A comienzos de 2000 hubo un
intento claro de desmantelar el CONICET y mi crítica no es a quienes estuvieron
en la conducción en esos años, sino a la política que se había implementado
desde el gobierno. El ingreso a carrera estaba totalmente
estrangulado y no hubo ningún crecimiento particular de ciencia y
técnica en esa época.
Recién en el 2003 apareció un nuevo discurso en cuanto al rol que
tienen la ciencia y la técnica en el país y se las valora como un motor para la
economía, para el empleo, y para la soberanía inclusive. Esto tiene que ver con
una política nacional; el CONICET pasó de tener en el año 2004, 260 millones de
pesos de presupuesto a tener, este año, 2.080 millones.
Además, de 2 mil investigadores hoy tiene 7 mil y de 3 mil
becarios hoy cuenta con 9 mil. Es decir, pasamos de una política de
congelamiento del sistema a una de franca expansión. El Consejo ha asumido un
papel importante dentro de las políticas nacionales porque es el único
organismo que específicamente fomenta la ciencia y la técnica, ya que si bien
son áreas de otros organismos, el CONICET tiene específica tarea en este punto y
es el único organismo que está inserto dentro del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva, que es quien fija las políticas nacionales.
Es decir, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio es el que propone las
políticas y el CONICET es un ejecutor.
¿Le parece que en algún momento hubo dentro de
CONICET un divorcio entre las líneas de investigación y las problemáticas
sociales?
Esto lo estamos viendo ahora, yo creo que estamos creando un nuevo
espacio. Desde el 2003 en adelante hubo un claro mensaje de que el Estado iba a
potenciar todo lo que eran proyectos tecnológicos o de aplicación, o de
articulación con el medio, y hubo una masa grande de investigadores que se
movieron de lo que era la ciencia básica hacia estos nuevos proyectos, para los
cuales había fondos importantes.
Estos investigadores que están en esa área ahora necesitan ser
mirados en vista del proyecto que están ejecutando. No estamos sacándole
recursos a la ciencia básica, -ésta sigue siendo para el CONICET una de las
actividades más importantes-, pero queremos crear un nuevo espacio en donde los
investigadores puedan moverse desde las aplicaciones netamente básicas a
insertarse en un proyecto. Hablamos de proyectos de tres categorías: los orientados
al campo tecnológico, al biomédico y a las ciencias sociales. La idea es que en
la medida que los investigadores se integren a proyectos que surgen desde el
Estado, sean evaluados durante el tiempo que estén involucrados en los mismos
por su desempeño y no por la producción de papers.
Con respecto a la gestión
que acaba de iniciar, ¿qué puede delinear hacia el futuro, hay algunas características
de la gestión anterior que usted va a continuar?
El tema de la evaluación tecnológica y de la actividad orientada,
sería un aspecto novedoso. Hay otro punto nuevo que es la articulación con la
política nacional; el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva
es quien formula las políticas y hoy hay un Plan Estratégico Nacional de
Ciencia y Tecnología para los próximos tres años, y el CONICET se articula con
ese Plan. Una muestra de esto es la convocatoria a becas, en donde por primera
vez ponemos los temas estratégicos que tiene el Ministerio en una bolsa aparte.
Otro tema que tiene el Plan Estratégico es la descentralización de
la masa de investigadores, es decir pasar investigadores de la zona
metropolitana, de Santa Fe, de Córdoba, en donde tenemos el 80% de los
investigadores hacia las regiones prioritarias. Si un investigador tiene la
posibilidad de ir a La Plata
o a Entre Ríos, va a tener más chances de ir a Entre Ríos.
Esos son puntos “novedosos” en cuanto a la gestión de CONICET
hasta ahora. Lo que vamos a mantener es el apoyo a la investigación básica y
tratar de que siga teniendo un nivel de excelencia, vamos a seguir apoyando y
poniendo dinero en el plan de infraestructura. También aportaremos dinero a los
PID (Proyectos de Investigación y Desarrollo) que estaban atrasados, vamos a
regularizar el pago de los PIP (Proyectos de Investigación Plurianuales). Vamos
a poner un subsidio plano, de 5 mil pesos anuales,
asociado con el informe aprobado, para aquellos investigadores que
no tengan PIP ni PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica). Es
una pequeña suma, pero es un gesto de la institución para que cuenten con algún
fondo.
Con respecto a las fuentes
de financiamiento y los convenios con empresas, ¿cómo se garantiza la soberanía
en la investigación?
Con respecto a los proyectos puntuales con las empresas, siempre
el Estado ha tratado de hacer la mayor cantidad de proyectos con empresas del
orden local. La política normalmente, es que sean empresas nacionales que
aporten, que aumenten las exportaciones y el empleo. Tenemos convenios con
algunas PyMES, tenemos quince proyectos con YPF (Yacimientos Petrolíferos
Fiscales), que ahora claramente son una prioridad nacional, tras la
nacionalización.
Esos son los proyectos prioritarios, a veces se ha hecho algún
acuerdo con alguna multinacional por la comercialización de alguna patente que
ya tenemos y que hay que sacarla por el hecho de que va a ser mucho dinero que
va a entrar al propio sistema, entonces a veces la comercialización de un
producto internacional no es fácil hacerla desde acá.
Ciencia y ambiente
¿Como se enmarcan los temas ambientales dentro
de estas líneas de investigación de CONICET?
Creo que el articulador y organizador en ese sentido tiene que ser
la universidad, que es el organizador regional, quien puede recoger los
problemas. Esta articulación con la sociedad yo la veo más fácil desde las
universidades que desde el Centro Científico Tecnológico (CCT) de CONICET.
Nosotros estamos dispuestos a trabajar con la universidad en los temas que ella
considere prioritarios. Tenemos becas doctorales cofinanciadas con las
universidades, que pueden definir qué temas quieren promover, qué líneas de
investigación, y hacerlo juntos. Si el medio ambiente es un tema que para la
zona es fundamental, desde la universidad, que está articulada con la sociedad,
se tiene que definir la línea de qué se quiere y hacia dónde ir. Nosotros
podemos poner los recursos humanos y económicos. El socio local de CONICET es
la universidad, que trabaja con muchos más temas, tiene a los estudiantes
insertados en el medio y toda la problemática social para poder definir las
estrategias. Estos proyectos tienen que estar enmarcados y tener un impacto social
o médico. Los que quieren seguir publicando en revistas como Science o Nature, podrán seguir haciéndolo. El tema
es mover a los jóvenes, a aquellos que están motivados por la investigación
aplicada y que quieren ver el fruto de su trabajo traducido
en algo concreto, y garantizarles un “paraguas” que los proteja y
los deje trabajar.
Recientemente tuvo mucha
repercusión un convenio entre la Universidad Nacional
del Litoral, el CONICET y las empresas de biotecnología agrícola Bioceres y Arcadia
para la producción de una semilla de soja resistente a la sequía. En algunos círculos
este convenio fue cuestionado ya que se trata de un producto en discusión y de
un modelo de país en debate. ¿Qué opinión tiene sobre este tema?
Esa es una discusión de otro tipo, porque en parte Argentina hoy
en día necesita aumentar sus exportaciones, y el tema de hasta dónde avanza la
soja es una discusión medioambiental. Yo creo que lo que se hizo acá es tratar
de que el producto que desarrolló Raquel Chan, -que es muy importante porque es
una semilla que es resistente a la sequía-, sea bien utilizada. Lo mismo ocurre
con las tecnologías, podemos usarlas mal y que se invada el mundo con la soja o
podemos usarla bien y rescatar áreas perdidas. En este año hemos perdido 10
millones de toneladas de soja, por la sequía. O sea
que si hubiéramos tenido esta semilla, hubiéramos perdido menos.
Esta discusión política y medioambiental hay que hacerla, las
tecnologías hay que usarlas bien, pero tampoco podemos negarlas, porque los
países desarrollados que avanzan mucho más rápido, tienen una mejor calidad de
vida. Me refiero a países como Suecia, Finlandia o Noruega, que manejan mejor
las tecnologías, no a los países más contaminadores. Entonces, tenemos que
tratar de hacer un uso correcto de las tecnologías, hay un marco legal y un
marco político y social que excede al mundo científico y
tecnológico. Es un marco que incluye más actores que nosotros y
que tiene que incluir más todavía.
Desde CONICET lo que tratamos de hacer es fomentar el desarrollo
científico y tecnológico, el tema ambiental requiere regulaciones por parte del
Estado y un cumplimiento absoluto de la regulación para ver hasta dónde se
puede avanzar sin dañar a las economías regionales.
Salud y patentes
Con respecto a la salud, ¿hay
alguna posibilidad de avanzar en un sistema diferente de registro de patentes
que no estén exclusivamente asociadas a empresas?
En general los desarrollos que se están haciendo, si los hace un
laboratorio nacional, se queda con una parte y CONICET y los investigadores con
otra, o sea que de alguna manera el Estado tiene una participación. Cuan
abierto es el producto o no es una cuestión casi hasta de tipo filosófica, uno
piensa que una patente, desde el punto de vista social, por ejemplo, de los
medicamentos, tendría que ser más abierta. En realidad las patentes que tiene
Argentina son muy pocas, contribuimos muy poco al mundo tecnológico. Como
investigador yo creo que la patente tiene que ser compartida, pero no sé si es
fácil luego en la práctica que alguien ponga el dinero por algún desarrollo y
después lo deje libre. Me parece que se puede discutir todo esto, pero que lo más
importante que tenemos que afianzar es un modelo en el cual, la ciencia y la
tecnología queden en el marco de temas estratégicos que los defina el país, según
sus políticas y requerimientos.
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