La escuela que supimos conseguir














Para ser un buen ciudadano, para seguir la universidad. Para que no esté en la calle, para que no esté trabajando. En este informe un análisis de los nuevos desafíos y las apuestas que se redoblan sobre la escuela a partir de las leyes de Educación Nacional y Provincial (2006 y 2007). ¿Cuáles son los cambios que se vienen? ¿Cuáles los que aún no se ven? Las luchas para combatir la deserción y lograr la inclusión y los desafíos de mejorar la calidad del aprendizaje.

Por Josefina Oliva



El olor a guiso de invierno es penetrante y acompaña al crudo frío que continúa al entrar a la Esuela Secundaria Básica Nº 43 de Ringuelet. Los corredores amplios, los techos altos, la bandera izada en el patio, y sus paredes cargadas de afiches hablan de algunas costumbres de la escuela pública –una escarapela, el collage de la clase de plástica, el periódico mural- como también de las apuestas que se hacen sobre ella bajo las consignas del Estado: “la secundaria. Tu mejor futuro”.
A partir de la Ley de Educación Nacional (26.206) de 2006 y la de Educación Provincial (13.688) de 2007 los objetivos de la educación inicial, media y superior se han concentrado, a nivel oficial en la obligatoriedad, la inclusión y la permanencia de los niños y adolescentes.
En la Provincia de Buenos Aires eso implica que la escuela es obligatoria desde los 4 años de edad hasta la finalización de la escuela secundaria que ahora pasa a ser de seis años, al igual que la primaria, por lo cual en este momento se atraviesa una transición, pasando de un modelo a otro: éste es el primer año que se pone en p
práctica el nuevo 4º de la secundaria, que dejó de ser 1º del Polimodal. La transformación que comenzó hace tres años hace que el viejo 7º al que fuimos los ya hoy adultos, por ejemplo, pase a ser primer año de la Escuela Secundaria Básica.
Bajo el lema de inclusión y diversas medidas como la Asignación Universal por Hijo (AUH) las escuelas se encuentran hoy cada vez más llenas. Es que ya no estamos frente a esa institución a la que asistían las clases medias o altas. Sino que, como explica la especialista en educación Inés Dussel “hoy están llegando grupos sociales por primera vez en su historia familiar, que vienen con menos preparación y capital cultural, menos conocimiento que otro grupos –como las clases medias y altas”.
Según explica Claudia Bracchi, directora provincial de Educación Secundaria, “la escuela secundaria se constituyó para otro proyecto político en el que no era obligatoria. Y la obligatoriedad establece una escuela para todos: los chicos que viven en la ciudad pero también en las zonas rurales, los que deben mantener a la familia, los que están en institutos con problemas legales, los que tienen una discapacidad, los que son mamás o papás”. Por eso, indica Bracchi, “la ley establece y le impone al Estado la obligación de generar las condiciones materiales y simbólicas para la escuela secundaria, que implica también cambios organizativos y curriculares”.
¿Cómo hacer entonces para mejorar la situación de la educación que debe, según la nueva legislación “formar para la ciudadanía, para el trabajo y para seguir estudiando”? “Si el objetivo es que los chicos estén en la escuela está bien, pero si es mejorar la calidad hay que revisar muchas cosas”, plantea Mariana Coloma, docente de la ESB Nº 43 de Ringuelet. “Hay chicos que vienen con muy bajo nivel de la primaria, que a veces no saben leer ni escribir. En ese sentido la ley está bien pero en la práctica falta mucho”.
Por su parte, José Kiefel, profesor de Filosofía y preceptor de la ESB Nº 26 de nuestra ciudad, dice que “no podemos hacer milagros. Uno aporta y le pone el cuerpo donde puede pero la mayoría de los pibes de acá no llegan a la universidad. No sólo por una cuestión del colegio sino por una fragilidad de vida, de sobrevivencia”.

Desde adentro

“¡Basta chicos!” Ordena Coloma en el medio del patio de la escuela mientras transcurre la hora de Educación Física. “¿Ves? Agresión física, verbal. Tratamos de que no sea así. Cuesta pero se logra. Es trabajo de hormiga permanente, pero se logra”, dice con optimismo.
Casos de abusos y de adicciones, chicos que salen a trabajar, “que cartonean toda la noche”, que vienen mal alimentados, que “se turnan para venir con el hermano porque un día uno usa las únicas zapatillas que tienen y al día siguiente las usa el otro”, son varios de los problemas que se ven en la escuela. Sobre este punto Bracchi plantea que “hoy ya no hay más un adentro y un afuera de la escuela”. En ese sentido, explica, el marco normativo de la nueva secundaria incluye no sólo las leyes de educación Nacional y Provincial sino también la de Promoción y Protección de los derechos de los Niños (13.298). Sin embargo, entre ese adentro y afuera, en ese lugar que refleja fielmente la realidad, se sigue notando que muchos de los derechos de los niños no se cumplen.
“El trabajo infantil está prohibido pero hay chicos que sostienen de esta manera la alimentación de sus hermanos. El Mercado Regional de La Plata, que es del Estado está tomando estos chicos para trabajar toda la noche ahí, cuando deberían haberle dado las becas de inclusión, que están pedidas desde junio del año pasado, que fue todo un tema y nunca más tuvimos respuestas”, critica la directora de la escuela Nº 43, Andrea Arrigoni. Además, en esa escuela, hace tiempo se cerró el comedor para el s sector de la secundaria y lo están manteniendo gracias a que decidieron dividir el
presupuesto que se les entrega para la primaria. Aunque no es lo ideal, dicen, es la solución que encontraron hasta el momento.
“Todos sabemos que un chico que no come no puede estudiar”, expresa Graciela Saad, secretaria general de SUTEBA (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires) La Plata. “Ahora nos acabamos de enterar que hay problemas con los
pagos a los proveedores en el distrito”. Para la directora del colegio esto es indignante. “¿Cómo es que tenemos que estar explicándole al Estado lo que ellos mismos ponen en práctica, que es la jornada extendida? Si los chicos pasan 8 horas acá adentro tienen que tener desayuno, almuerzo y merienda”.
Desde SUTEBA reconocen que el texto de la ley “es excelente”, debido a que formaron parte de las instancias de debate que dieron origen a la nueva legislación. Pero “para que esa ley se llene de contenido, en principio, hay que poner un presupuesto educativo que exceda el que tenemos hoy que es el 6 % del PBI (ver Ley de Financiamiento Educativo)”, y sobre todo, indican, hay que mejorar las condiciones de infraestructura de las instituciones escolares. “En La Plata tenemos 130 escuelas primarias y alrededor de 40 de nivel medio. O sea que no hay correlación. Si es obligatoria la enseñanza desde los 4 años en el jardín, hasta la finalización de la secundaria, tendríamos que tener como mínimo 130 de cada nivel. No es que hay arreglarlas, hay que crearlas. Más teniendo en cuenta que es universal y obligatoria y que la AUH incrementó la matrícula notablemente”, detalla Saad.
Al respecto Bracchi dijo que está en los planes de la provincia la creación de nuevas escuelas. Sin embargo no dio más especificaciones. Desde la dirección de prensa de la Dirección General de Cultura y Educación no respondieron. Sólo indicaron que se crearían 15 nuevos jardines de infantes para la provincia. De los cuales alguno sería para el barrio de Los Hornos de nuestra ciudad. Mientras tanto en Ringuelet reclaman
por el espacio desde hace un largo tiempo. Ocurre que allí nada más tienen lugar hasta tercer año del viejo sistema.
Por lo tanto los chicos que pasaban a cuarto este año tuvieron que irse, con lo que se pone en riesgo la continuidad de la educación para un montón de adolescentes. Según cuenta Arrigoni “la escuela más próxima es una que queda a más de 15 cuadras, que es bastante. Por lo tanto lo que venimos observando es que muchos de los que terminan el tercer año dejan. Y esto pasa en un montón de escuelas”.
Los mismos alumnos del establecimiento lamentan no poder continuar allí su secundario. Evelin Carrera, de 2º año dice que “están viendo si hacen el 4º. Ojalá que lo hagan porque es muy feo acostumbrarse a otros amigos, a otros profesores. Ésta es una escuela diferente, la definen como de alto riesgo porque está en una villa, pero hay que conocer a las personas y a la escuela. Acá hay un montón de chicos que tienen varios problemas y que como no tienen el apoyo de los padres van a la calle, pero acá te van ayudando y te guían por otro camino”.
Mientras que otra alumna de la escuela, Jimena Fernández, remarca el trabajo que hacen los profesores para que los chicos no dejen el colegio. “Si dejas ellos van y te buscan, hacen lo posible para que no abandones y si tienen que estar insistiéndote todo el año lo hacen porque ellos quieren que estés en la escuela”.
En ese sentido Bracchi indica que se llevan a cabo diferentes propuestas para combatir la deserción, el abandono y la repitencia (Ver Deserción y repitencia) a través de centros de escolarización de secundaria para adolescentes y jóvenes –un proyecto que articula con organizaciones sociales; el plan de Finalización de estudios y vuelta a la escuela; el plan Fines de Nación, y diversas formas de tutorías.
A pesar de las iniciativas, desde la comunidad educativa ven muy difícil que se logren solucionar todos los problemas que enfrenta la escuela pública. En palabras
de Coloma, “el gran cambio pasa por una cuestión de que los padres de los chicos tengan trabajo, que se garanticen los derechos básicos de todas las personas, adultos
y niños. Y hasta que eso no pase no se puede hablar de una mejor educación. No es imposible pero es difícil, el cambio tiene que ser a futuro pero en serio”.

Calidad educativa

Con la nueva legislación se ha hecho especial hincapié en las currículas. De alguna manera, se trata de dejar de lado el viejo enciclopedismo, con el que había que saber un poco de todo, para saber no ya mucho de un poco, sino de profundizar en los procesos de construcción del conocimiento.
“La clave está en el enfo que”, explica Mariel Zabiuk, licenciada en Historia y docente de la ESB Nº 4 de Berisso. “La diferencia está en cómo se abarcan los contenidos, que quizás son los mismos de antes, pero ahora cuando das historia lo
importante es que el alumno aprenda a ver cómo las sociedades en el tiempo van cambiando, en función de las posibilidades que hay actualmente y de pensar cómo son las distintas culturas y estructuras sociales”. profesores están preparados para eso, y que mientras no cambien las estructuras institucionales es difícil que haya una modificación de fondo”.
Para Kiefel, modificar la escuela secundaria no depende sólo de los cambios en las materias, ni tampoco de “ponerle el cuerpo” a las problemáticas que los chicos traen de afuera, como lo hace día a día. Un factor clave para él es el desempeño del trabajo docente, del cual hay mucho para mejorar si se espera una educación de calidad con docentes que sean intelectuales críticos. “Muchos compañeros tienen más de un cargo. Si querés vivir de tu trabajo tenés que sumar horas y horas. En ningún
momento se contempla que el docente tiene que formarse, estudiar, corregir exámenes, presentar proyectos. Ahora parece que iban a poner más capacitaciones en servicio (ver Capacitaciones). Pero con eso no alcanza. El Estado tiene que contemplar el estudio del docente como parte de su trabajo”.

Bajo sospecha

“Hay una fragmentación social muy marcada del sistema educativo. Las escuelas públicas crecientemente son escuelas de sectores pobres y cada vez más homogéneas, mientras que la clase media urbana se fue al sector privado. Cuando yo fui a la escuela pública iba con chicos que venían de familias muy distintas, el hijo del profesional, del portero, el de un changarín.
Hoy eso es casi imposible e implica una pérdida fuerte en términos de lo que era la sociedad argentina más integrada, más mezclada, de poder conocer, convivir, hacerse amigos y tener vínculos con gente distinta”, reflexiona Dussel. Kiefel coincide con esta apreciación. “Para mí en el fondo no ha cambiado nada. El sistema sigue profundamente fragmentado, la educación privada gana espacio abiertamente y la educación pública se sigue convirtiendo en una educación para pobres”. Y si bien se muestra muy crítico de las condiciones actuales de la educación estatal, entiende que
“más que nunca hay que reformar las cuestiones del espacio público. Yo defiendo la escuela pública, pero tratando de crear un espacio nuevo, porque a la escuela también hay que crearla”.
En ese sentido Zabiuk plantea que lo que tiene que cambiar es la estructura escolar. “Si el tiempo de la escuela no comienza a utilizarse de una manera más integrada y a privilegiar el aprendizaje de una forma más libre, los posibles cambios van a seguir dependiendo de la buena voluntad de algunos docentes.
En general la escuela sigue siendo autoritaria, cerrada, conservadora, en la cual
las leyes mismas te llevan a que te tengas que preocupar todo el tiempo por la responsabilidad civil: quién es el culpable si al alumno le sucede algo, si se lastimó o no; si salió del aula”.
Hoy el docente debe estar atento a “los peligros” que pueden atentar contra los chicos y corre el riesgo de encontrarse con más de un problema legal, hasta la pérdida de su trabajo, si algo le sucede a uno de sus alumnos.
Desde ese punto de vista el licenciado en Ciencias de la Educación y coautor de Violencia escolar bajo sospecha, Gabriel Brener, plantea que no es que no haya violencia en la escuela, pero aclara que hay violencia de, en, y hacia la escuela. “De la escuela porque es una institución que tiene personas con desigual relación de poder, hay quienes evalúan y son evaluados, hay medidas disciplinarias, hay una relación de desigualdad que implican que se produzca una relación de violencia simbólica; en la escuela, porque la frontera que separa la escuela de la sociedad es hoy más permeable, entonces muchas de las violencias que ocurren en los alrededores entran sin pedir permiso.
Y hacia la escuela, hay varios planos, uno muy fuerte es el que se refleja en el rol que cumplen los medios. Cuando un titular del diario pone ‘niño es atacado por menor’, se está diciendo que ahí hay dos niños, pero uno es sujeto de derecho y otro de desecho. Antes decíamos desobediencia, indisciplina, conducta. En esta dirección, hoy, todo es violencia”.

Nuevas identidades, nuevos diálogos

Brener habla de la necesidad de una transformación de la escuela en varios sentidos. Pero sobre todo en la relación de los docentes con los alumnos. Porque allí donde “el efecto institución, del siglo pasado, ligado a fortalezas de relatos totalizantes dejó como herencia el rol del adulto como autoridad intachable, en una relación donde primaba el ‘porque te lo digo yo’”, hoy nos encontramos con otro escenario. “A veces la escuela supone un sujeto que ya no está, que es otro. Y ahí está el nudo. Entonces esto hace que los que se prolonguen y repitan sean los monólogos yuxtapuestos, no los verdaderos diálogos. Y ese es el desafío al que nos lleva la política de inclusión”. Indefectiblemente es allí donde aparece otra cuestión a debatir, en torno “a cuánto ingresa en la escuela de la cultura juvenil, que no es otra cosa que el porte identitario de los pibes”, explica Brener. Se trata entonces de encontrar mejores
canales de diálogo, “de no ponerles la tranquera a los chicos y decirles sacate el piercing, sacate esa campera -como el tema de Viejas Locas. Hay que tener en cuenta lo que dice Divididos: ‘¿qué ves? ¿qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad’… Es interesante eso para pensar que ven los adultos en los chicos”.

1 comentario:

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