"La solidaridad tecnológica es transferirle al otro el saber cómo y darle independencia"


En el marco de la presentación de los Proyectos de Investigación en Ciencia y Tecnología orientados a la Resolución de Problemáticas Sociales (PI-RPS), realizada el pasado 5 de mayo, Materia Pendiente dialogó con Enrique Martínez, presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). El involucramiento de la ciencia en las problemáticas sociales y la apropiación colectiva del conocimiento, son algunos de los temas abordados en esta entrevista.

Producción: Florencia Yanniello, Josefina Oliva
Textos: Florencia Yanniello



El ingeniero Enrique Martínez ha tenido a su cargo una difícil tarea: convertir al INTI en un organismo de ciencia y técnica que aborde problemas sociales. Desde hace nueve años, el Instituto dio un importante giro y dejó de trabajar sólo como un prestador de servicios a la actividad privada, para comenzar a resolver necesidades comunitarias. Hoy, fomenta la creación de cooperativas, trabaja con pueblos originarios y expande su intervención por todo el territorio nacional. En este sentido, la visita de Martínez a la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP fue significativa y alentadora para la comunidad académica.

• ¿Qué opinión tiene acerca de los Proyectos de Investigación en Ciencia y Tecnología orientados a la Resolución de Problemáticas Sociales?

Realmente que inviten al INTI a poner la mirada sobre lo que significa que un organismo de ciencias exactas se involucre en la resolución de problemas sociales, es una distinción.
Nosotros nos hemos ocupado del tema desde hace algunos años y hemos generado algunos modelos de intervención, así que, realmente nos interesa mucho aportar.
Quienes hemos recorrido muchos años tratando de hacer nuestro aporte para tener una sociedad más justa, hemos aprendido que el cambio profundo, permanente y confiable definitivamente viene desde abajo o no viene. Tener el orgullo y el honor de que nuestra institución sea invitada a participar de un acto donde se lanza una convocatoria absolutamente heterodoxa, en un ámbito de ciencias duras, poniendo como
condición que los problemas que se estudien y las soluciones que se apronten intenten resolver problemas sociales, es una señal de un cambio profundo que ojalá podamos consolidar y hacer permanente.

• ¿Qué otros lazos tiene el INTI con la UNLP?

Tenemos un convenio para ocuparnos de la actividad aeronáutica, nuestro Centro de Investigación en Tecnología Aeronáutica Espacial, que es muy reciente y muy pequeño. En rigor funciona con un convenio base con la UNLP y tenemos numerosos vínculos horizontales, como el Centro de Química y el Centro de Ambiente. La gente de metalmecánica también tiene vínculos con la UNLP. En general tenemos mucha vinculación con universidades en el país, pero la UNLP es en algunos casos, para la tarea que nosotros hacemos, el referente más importante del país, aún más que la Universidad de Buenos Aires (UBA).

• En una entrevista, hace algunos años, dijo que para fomentar el desarrollo local era importante el desarrollo de la investigación,
¿qué rol le parece que deben tener las universidades en
este sentido?


Hay un fenómeno interactivo, las universidades tienen como rol central formar capacidades y para que las mismas luego tengan una posibilidad de relacionarse con lo social y transferir conocimiento, tienen que poder establecer vínculos con quienes no conocen, con quienes no tienen la misma formación, y eso es habitualmente uno de los puntos más difíciles. Generalmente, lo que sucede en el ambiente universitario, es que el conocimiento se dispara y se aísla. Ese desafío es el que hay que resolver, por eso creo es de lo más valioso que la gente que está en disciplinas exactas o duras se plantee cómo obtener resultados sociales.

• ¿Eso es porque no se marcan líneas prioritarias y los científicos hacen las investigaciones, de alguna forma, “a su antojo”?

En los claustros, lo que se llama la libertad académica se considera una especie de elemento a idolatrar y efectivamente al científico le cuesta mucho encuadrarse en líneas impuestas desde afuera. Me parece que una tendencia a definir ideas fuerza es mejor que trabajar con disciplinas y programas muy rígidos.

Ciencia y problemáticas sociales

• ¿Cómo le parece que puede incorporarse la ciencia básica a este tipo de investigaciones y a un organismo como el INTI?

No es difícil, basta con identificar cuál es el problema que se quiere resolver. En realidad el punto más complicado es cómo se identifica un problema. Una vez identificado, la secuencia que va desde lo básico a lo aplicado y la solución del
problema, no diría que se hace natural ni espontánea, pero se hace mucho más visible.
Nosotros hemos logrado entender que hay que trabajar en función del destinatario, que puede ser un problema público, -y por lo tanto hay que atender a un organismo del Estado-, una empresa o una actividad del mercado, o un problema social, en cuyo caso el tratamiento tiene que ser totalmente distinto y hay que encontrar la manera no sólo de identificar el problema y la solución, sino además ayudar a los actores sociales posteriores, los que están involucrados en el tema, a que participen de
la solución activamente, que no sean sujetos pasivos.
En ese sentido, lo primero que hay que plantearse es ¿qué es un problema social? Podemos decir que es aquello que tiene un denominador común, un problema que genere situaciones de pobreza, de desempleo, de contaminación, de discriminación, etc. Hay que tener mucha precaución en este avance, para no violar un principio que los científicos respetan muchísimo, que es el rigor de la relación causa-efecto. Si
hay algún prejuicio en el camino es probable que la metodología se resienta y en consecuencia es muy importante, bajar todos los prejuicios, objetivar todo lo que se pueda.
Mi propuesta es que si se quiere encarar un problema social, se recurra a dos etapas: primero se debe caracterizar el escenario del problema, investigarlo y en ese escenario aparecerán los actores: discriminados, pobres o desocupados; o problemáticas como la contaminación. A partir de allí debemos hacer un diagnóstico del problema y preguntarnos cuál es la causa de esa situación que caracterizamos de problemática en términos sociales. Recién en ese momento estamos en condiciones
de plantearnos un trabajo de investigación y desarrollo.
Porque sólo a partir de tener una buena caracterización y un buen diagnóstico, podemos encarar la investigación de esa problemática para hallar una solución.

• Por ejemplo con el Programa de Asistencia Técnica al Estado(PATE), ¿se identifican los problemas y se trabaja en pos de eso?

Ese programa no es el central en cuanto a las iniciativas del INTI, allí trabajamos por demanda de diversas cosas, de control de calidad, de metrología, algunos temas ambientales. Pero donde nosotros tomamos la iniciativa en relación al ámbito público es en aquellas cuestiones que claramente son responsabilidades del Estado y que no sabe a veces resolver por no tener fortaleza técnica. Por ejemplo, los problemas
ambientales, los de infraestructura energética o los de de organización de la gestión administrativa del Estado. Normalmente hay un aporte de afuera, que queda a cargo de un consultor que no tiene el mismo interés que presenta un organismo como el nuestro.

• ¿Cómo fue esta transición mediante la cual el INTI comenzó a trabajar en proyectos con un anclaje social, a fomentar la creación de cooperativas y hasta trabajar con pueblos originarios?

No fue nada fácil, porque cuando empezamos esta tarea, que ya lleva casi nueve años, nuestra gente creía que naturalmente su interlocutor era el empresario, que trabajábamos como una empresa de servicios para la actividad privada. Cuando empezamos a insistir en que debíamos resolver necesidades, se produjeron
algunos conflictos conceptuales. La primera pregunta que surgió fue ¿de dónde íbamos a sacar el dinero?; la segunda ¿cómo íbamos a transmitirle conocimiento a quién no sabía ni siquiera interpretarlo? Sin embargo, al recorrer un camino, quedó claro que buena parte de esos elementos eran prejuicios y que en todo caso, si el interlocutor no está preparado para recibir la tecnología tal como uno necesita transferirla, hay que ayudarlo en su formación para que entienda cómo manejar su medio y en función de eso, cómo la tecnología encuadra en él.
Efectivamente ha sido todo un proceso, pero hoy la verdad estamos orgullosos de estar trabajando con gente de la puna jujeña, de la meseta patagónica y de tantos lugares de la Argentina, que identifican en el INTI a alguien que es parte de su solución.

Solidaridad tecnológica y apropiación colectiva

• ¿Se trabaja siempre con el concepto de solidaridad tecnológica?

La solidaridad tecnológica al interior y el exterior de Argentina es un concepto central. A través de esta idea entendemos que la solidaridad no pasa solamente por lo tradicional, es decir, en materia de salud o de educación elemental, por el contrario, la solidaridad tecnológica es transferir al otro el saber cómo y darle independencia a través de ello. No es poco y lo hemos intentado instalar. Claramente si se trata de un problema social, la solución tiene que ser de apropiación colectiva. No podemos resolver una problemática a través de un mecanismo que implique que una empresa pase a tener la llave de la solución, generando así una subordinación al mercado en el medio, ya que se genera dinero con esa solución. La apropiación colectiva es un concepto que costó entender pero que hoy es sagrado. Si nosotros hacemos una transferencia que beneficia al conjunto es colectiva, aún cuando en ese conjunto haya emprendedores. En ese caso, si generamos un beneficio para un sector industrial, como nosotros, por ejemplo, que diseñamos colectores solares, no vamos
a licenciar ese colector haciendo que uno se quede con el beneficio, sino que se lo vamos a dar a todos los fabricantes y que compitan por otra cosa: por el tamaño del tanque, por la capacidad. La mejora de la ciencia consiste en que ese beneficio lo consigan todos y eso nos parece un concepto sano.

• ¿Cómo se piensan esos conceptos a nivel nacional? ¿Se pueden desarrollar?

La dirigencia política debe ir asumiendo estos conceptos, porque un organismo técnico no puede superar el problema a escala nacional. En este momento estamos apretando el ritmo, instalando unidades productivas en el norte del país, con la idea de que sirvan de modelo para que luego se desarrollen solos. Eso nos cuesta un enorme esfuerzo, porque no lo sabemos a hacer. Por ejemplo, tenemos que aprender a construir
un matadero, luego a gestionarlo, a explicarle a la comunidad local cómo eso le cambia su dieta, a organizar su abastecimiento y la transformación de los subproductos. Son todas tareas que parcialmente las sabemos hacer y hemos brindado
mucha asistencia técnica, pero todo en un sólo paquete es un esfuerzo muy grande para un organismo de ciencia y técnica. De todas formas, creemos que es la única manera de romper el molde. Una vez que eso funciona y que supera lo anterior, puede inducir a buena parte de la dirigencia política y social a anotarse en ese proceso.

• ¿Cómo ve el desarrollo local en estos últimos años?

Ha habido iniciativas, pero muchas más generadas desde nosotros, o vinculadas a algunos espacios de cooperación internacional con Venezuela, que las que hubiéramos esperado recibir de responsables políticos locales. Yo creo que todavía buena parte de la dirigencia política argentina interpreta al desarrollo local como algo que se puede alcanzar consiguiendo un inversor extranjero que emplee a la gente. También se
piensa que el éxito de esa gente consiste en estar empleada por otro que ni siquiera vive en el país y que probablemente no quiera vivir nunca aquí, lo cual no me parece un horizonte demasiado elogiable.

• Recientemente presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su libro “Nuevos Cimientos”, ¿qué temáticas aborda esta publicación?

El libro incluye los Debates del Bicentenario. No fue una idea mía personalmente, sino de un grupo de compañeros del INTI, que decidieron pedir colaboraciones adicionales para cada tema. Entonces están todas las presentaciones de los Debates
del Bicentenario, las colaboraciones en cada capítulo, más las conclusiones de los foros virtuales que se generaron, con lo cual es un material denso, por la cantidad de aporte, pero no difícil de leer. Hay casi 70 personas que han colaborado en ese
material y algunos compañeros dicen que se empieza a convertir en un manual y en un elemento de referencia, y eso nos da mucho orgullo .

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