Un Camino a Seguir - Congreso de Extensión de Montevideo

















Centenares de personas de diferentes países de América Latina se encontraron para
debatir y fortalecer la extensión universitaria.
Charlas, ponencias, conferencias con un gran abanico de temáticas y presentaciones
colmaron las distintas sedes de la Universidad de la República en la capital uruguaya.
Los protagonistas: los movimientos sociales y los estudiantes.

Por Josefina Oliva


“1) Las universidades tienen la obligación de contribuir humildemente a los procesos de cambio de las sociedades de las cuales son parte; 2) Esta posibilidad tendrá más factibilidad de concretarse si generalizamos procesos formativos integrales y críticos en nuestras instituciones en donde la Extensión sea la verdadera guía política y pedagógica”. Con estas dos premisas el prorrector de Extensión de la Universidad de la República, Humberto Tommasino abrió el X Congreso Iberoamericano de Extensión “José Luis Rebellato” que se realizó en Montevideo entre los días 5 y 9 de octubre.
Más de ciento veinte expositores de Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Colombia y Venezuela, entre otros países; actividades culturales; conferencias entre las que se destacaron la de Atilio Borón y el uruguayo Alfredo Falero denominada Universidad y pensamiento crítico, y la videoconferencia de cierre de Noam Chomsky desde el MIT ‘Massachusetts Institute of Technology’, sobre Intelectuales, política y poder en el siglo XXI; tuvieron lugar en un encuentro en el que se debatió y se expusierondiferentes posiciones en torno a la extensión y su relación con los trabajadores, la salud, los derechos humanos, el medio ambiente, la comunicación, la educación y la cultura, y las luchas sociales. Las actividades se realizaron en diez sedes, la mayoría de la Universidad de la República, como la facultad de Derecho, la de Psicología, Humanidades; y en el Complejo Cine Plaza.
Materia Pendiente dialogó con Tommasino sobre las claves del ExtenSO, y la importancia de la extensión. “La idea es esa, que tengamos un grupo que pueda consolidar esta idea de extensión recuperando -y no nos cansamos de decirlo-, la esencia del modelo latinoamericano de universidad, autónomo, cogobernado, de acceso libre, gratuito, en donde se defiendan los derechos humanos como una cosa esencial, en la enseñanza, en la investigación, en la extensión; en donde la formación de los estudiantes y de los docentes sea integral, donde los componentes humanos de la
formación sean los valores claves”.
El ExtenSO se desarrolló en el contexto de la campaña por las elecciones presidenciales, entre calles y ventanas colmadas de banderas partidarias. Allí, a diferencia de nuestro país, una gran cantidad de votantes exhiben su voto sin timidez. Una de las principales frases que se repetían era el “problema de la inseguridad”; así, como sucede aquí, los debates en torno a las necesidades de los
excluidos quedan disminuidos ante esos otros discursos que copan la escena.
Según explicó Tommasino a Materia Pendiente, en su país “de toda una generación de niños que empiezan la escuela, solamente el 30 % de esos gurises culmina la educación secundaria y es capaz de entrar en la terciaria. Por eso ahí hay un trabajo de la extensión, trabajando con esa comunidad que queda excluida, no en el momento de entrar sino antes, en el camino hacia la educación superior”. En este sentido, como uno de los proyectos uruguayos emblemáticos se presentó Apex Cerro, -donde se desempeñara José Luis Rebellato, filósofo y docente universitario y educador popular que le dio nombre a este Congreso- que trabaja de manera transdisciplinaria en un espacio geográfico, cultural e histórico: la Villa del Cerro, que fue fundada en 1834 para servir de asentamiento a la corriente migratoria que proveería de mano de obra a la pujante industria de la carne instalada en la zona. Hoy cuenta con una población total de 80.340 habitantes que afrontan múltiples necesidades.
Y para el prorrector de Extensión ese es un factor clave a la hora de caracterizarla: conocer y estar en el terreno: “Ahí tenemos que generar los mecanismos de ampliación y de profundización de la enseñanza superior”, afirma. Al igual que en la Argentina, Uruguay se encuentra hoy con un proceso de jerarquización de la extensión que según afirma Tommasino comenzó en 2002, momento en el cual se “salió a trabajar. Fue una situación de flujo, después hubo un cierto reflujo. Y ahora va recuperando ese movimiento, hay una relativa sensación de que estamos entrando en una fase distinta, con comisiones de extensión estudiantiles fortalecidas”.
La presencia de los jóvenes ha sido recalcada más de una vez por el funcionario, quien afirma que “el propietario” del congreso no es él sino que “son todos los gurises” que se ven trabajando.
Pero no sólo ellos fueron los protagonistas de las cinco jornadas que se vivieron “cruzando el charco”, pues éstas estuvieron colmadas de integrantes de movimientos sociales como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST), el de Bella Vista y el PIT-CNT (Plenario Intersindical de Trabajadores- Convención Nacional de Trabajadores)de Uruguay, el Frente Popular Darío Santillán, el Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), y los trabajadores de fábricas recuperadas como la ex Zanon –hoy FaSinPat, Fábrica Sin Patrones- de Argentina, que repasaron sus experiencias resaltando el importante rol de las universidades como productoras de conocimiento para acompañar las luchas sociales.
“Hay mucha gente inteligente, por ejemplo el viejo Zanon, el empresario que nos despidió, era un tipo muy formado, pero lamentablemente lo utilizó para explotar a los trabajadores. Es muy interesante si todo ese conocimiento que se adquiere en la universidad, en la primaria, donde sea, se utiliza para defender a los trabajadores, para buscar un cambio social y para construir una sociedad más justa”, señalaron los representantes de la fábrica de cerámicos.
En este marco Tommasino especificó cuáles son a su criterio los motores de cambio para la universidad: “Los estudiantes organizados pensando en una sociedad y una formación distinta; y los movimientos sociales adentro de la universidad sin que el rol de ésta se pierda. Ahí no hay que confundir. Tenemos roles distintos, porque hay sensibilidades diferentes. Ojalá que algún día sean más próximas y comunes y que tengamos universidades realmente populares en donde todo el mundo sea universitario. ¿Por qué no una universidad en cada fábrica, en cada barrio?”

Desenguetar la extensión

Entre los debates por una extensión que no puede existir sin la presencia de los movimientos populares y una universidad que debe disponerse hacia fuera pero a la vez dejarse penetrar por otras experiencias no podía faltar la referencia al conocido educador Paulo Freire. Si alguna vez existieron discusiones acerca del término extensión “las inventó Freire en la década del ‘70” explica Tommasino, “y el maestro no pudo cambiar el término. Nosotros, humildes discípulos, ¿podremos cambiarlo?”. Tommasino cree que no, que la esencia es avanzar en cosas concretas. Que se le puede otorgar cualquier nombre pero que en definitiva lo que importa es lo de adentro, el contenido y las prácticas (ver “Construir, participar, comunicar”).
“Éste es un congreso de extensión” subraya, “y recupera una esencia de rescate de las tradiciones de los pueblos latinoamericanos. Es lo que dicen los movimientos sociales que estuvieron con nosotros. Lo terminológico hay que definirlo por lo práctico. Que el MST venga a decir que se los está criminalizando porque protestan implica que se trata de un espacio donde le estamos dando voz a los movimientos sociales nosotros como universitarios, y como universidades.
Estamos humildemente contribuyendo con gente que no accede a canales de comunicación muy abiertos, y acá por lo menos tiene una pequeña campana de resonancia”.
En el Congreso se hizo un especial hincapié en las estructuras de las que la universidad no ha terminado de salir. Así, por un lado, Atilio Borón hizo referencia a una universidad conservadora y Tomás Rodríguez Villasante (ver “Crear desde las preguntas”) remarcó la ortodoxia en la que ésta se enmarca, diferenciándola de los movimientos sociales; justamente “es desde ahí que hay que partir”, enunció, desde las experiencias que están por fuera de las paredes académicas. De lo contrario el
conocimiento puede quedar aislado en un laboratorio.
¿Qué hacer para que esto no suceda? ¿Qué hacer para superar estas contradicciones? Para Tommasino la respuesta está en fortalecer la extensión y la educación pero no en forma aislada: “Si nosotros consolidamos un proceso de práctica educativa, -acto educativo-, donde la extensión integra plenamente la formación de los estudiantes y
el trabajo de los docentes, si el docente es integral e investiga, enseña, aprende y hace extensión, y los estudiantes también lo hacen, probablemente reconfiguremos el acto educativo. Si encapsulamos el pensamiento con la extensión se presenta un proceso de enguetamiento”.
Por eso, plantea Tommasino, hay que “desenguetarla, ponerla en la práctica cotidiana del acto educativo”, pero a través de un proceso normal, entendiendo que la extensión es una parte constitutiva de la formación. “La extensión es una relación dialógica y crítica con la gente, es el polo pedagógico que construye una nueva metodología hacia ese aprendizaje, o por lo menos atenta violentamente contra la enseñanza magistral y bancaria. Es la actividad extensionista la que debe estar junto con la población ampliando y democratizando el acceso a la educación superior”.

Una experiencia para mirar

Hacia el final del ExtenSO, después de calurosos foros de debate, entre medio de espectáculos de humor y música, y después de que miembros de organizaciones sociales se levantaran para expresar sus conclusiones, en la sala del Complejo Cine Plaza alguien alzó la voz y preguntó: “¿Estamos en condiciones de decir que nos vamos a comprometer y que vamos a seguir trabajando por la construcción de una nueva sociedad, de una sociedad más justa, más digna, para todos los que estamos acá, para nuestros hijos y para todos los que vendrán? Si es así hagamos el gesto de levantar la mano como el acto más democrático que tenemos entre compañeros de dar un sí, una aprobación de la forma más democrática posible”. Y todos levantaron la mano.
De esa forma finalizó un encuentro que se retomará en el 2011 y que tendrá sede en la Argentina. Un congreso que según Tommasino quedará como “un palito hacia donde mirar, un mojoncito de construcción de una forma y un contenido de la universidad diferente a la hegemónica, o modestamente contrahegemónica.
Esa es la pretensión que tenemos”.

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