Algunas pistas para salir de la oscuridad

























Ya nadie niega la crisis. Se tomaron medidas como el cambio de huso horario y el reparto de lámparas de bajo consumo, pero cuesta revertir la falta de planificación heredada de los ´90. Estiman que en menos de diez años se agotarán los recursos locales de gas y petróleo, de los que depende la abrumadora mayoría de la energía utilizada en el país. Aquí, especialistas analizan las claves de un escenario que requiere nuevas soluciones. Y cuentan experiencias en curso con energías renovables.

Por Josefina Oliva


Las medidas tomadas por el gobierno nacional y el clima vivido en torno a la problemática energética en los últimos meses ha llegado a tal punto que es necesario un replanteo acerca del camino a tomar. Se trata de un tema que en nuestro país tiene una larga historia que compromete no solamente a la economía actual y el manejo de los recursos. Sino también al abastecimiento de los servicios a empresas y residenciales. Al mismo tiempo crea preguntas sobre el medio ambiente y es allí donde se pone en discusión las alternativas a los tipos de energía utilizados hasta el momento.
Para comprender de qué se trata la denominada “crisis” actual hay que retrotraerse muchos años atrás, sobre todo al gobierno de Carlos Saúl Menem, cuando la privatización de la sociedad del estado Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) profundizó la política de extranjerización que se venía dando. No solamente se entregaron los yacimientos nacionales sino que además se dio vía libre a la exportación de los hidrocarburos desabasteciendo el mercado interno. Las medidas que continuaron no ayudaron a revertir la situación: cada vez menos se planificó en función de las demandas de energía.

El 2004, el presidente Néstor Kirchner creó la empresa Energía Argentina Sociedad Anónima (Enarsa). Pero el actual escenario, con el plan de racionamiento energético por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como epicentro, evidencia las dificultades que atraviesa el país hoy y augura las que habrá en los próximos años.

Falta de planificación

El Plan de Ahorro Energético lanzado en diciembre pasado abrió el debate entre especialistas. ¿Basta con medidas como el cambio en el huso horario y el reparto de lámparas incandescentes por las de bajo consumo? ¿O son simples "parches"? "Pudieron haber estado dentro de un proyecto de largo plazo y no están", señala Jorge Barrera, un graduado de la UNLP que se doctoró en Economía de la Energía en la francesa Universidad de Grenoble. "En la década del ´90 se abandonó algo que en la Argentina se había hecho siempre, que es la planificación del sector energético. Hemos dejado de hacer y por lo tanto nos hemos atrasado en cuanto al manejo de herramientas y de tecnología para trabajar en planificación a largo plazo".
En el mismo sentido, el ingeniero y profesor de carrera de Ingeniería Electricista de la Facultad de Ingeniería de UNLP, Mario Beroqui, indica que "de la cantidad de energía que se consume, tanto en la Argentina como en cualquier lugar del mundo, alrededor de un tercio es residencial, y de ese residencial, es otro tercio lo que se gasta en iluminación. O sea que del consumo total de la energía, lo que una sociedad gasta en iluminación es un 10%... Es un ahorro realmente muy chico el que se puede hacer. Siempre es mejor ahorrar que no ahorrar pero el impacto que eso va a tener, no va a cambiar la ecuación de la energía de una sociedad".
La mayoría de las opiniones dan cuenta de que esas medidas no solucionan el problema de fondo, vinculado a que durante un largo período de tiempo, tanto el petróleo como el gas han sido exportados, dejando de lado que se trata de recursos no renovables. A eso se le suma que el Estado no ha tomado partido a la hora de fomentar el desarrollo de inversiones de la mano de las empresas privadas en nuevas exploraciones.
Como lo explica Barrera, "lo que queda es el petróleo más difícil". El "más fácil de hallar" ya se fue utilizando; por eso las petroleras deben dedicarse a la exploración off shore (en el mar), lo cual presenta más dificultades que en tierra y, además, es más caro. Sin embargo, desde el grupo que se identifica como "Nuevo Proyecto de Energía Latinoamericano" (NPEL) remarcan que el mayor nivel de exploración off shore en la Argentina se desarrolló entre 1972 y 1982, cuando los hidrocarburos se hallaban en manos de YPF S.E. Por lo tanto, las empresas ya tendrían un largo camino recorrido. En el libro Saqueo Petrolero, firmado por el grupo NPEL, indican que Repsol YPF y Petrobras "decidieron volcarse a la exploración y explotación marítima porque Enarsa les ofreció un muy buen negocio, (…) porque los mayores y más grandes esfuerzos exploratorios ya han sido efectuados por la YPF estatal y ahora sólo resta confirmarlos, ampliarlos y perfeccionarlos" (Ediciones del IPS, 2007, pág. 73).
La energía utilizada en la Argentina depende hasta el momento en un 94% del petróleo y el gas. Pese a eso, las exportaciones no cesaron. El condicionamiento de frenarlas hasta no haber abastecido el mercado interno tampoco parece ser la solución.
"Creímos que éramos un país que podía exportar recursos naturales no renovables y ahora caemos en la cuenta de que en muy pocos años vamos a ser importadores netos de energía", advierte Barrera y detalla: "La relación reservas-producción, es decir, el cociente entre las reservas comprobadas y la producción anual nos da valores de entre 8 y 9 años para petróleo, y aproximadamente lo mismo para gas. En los últimos años, la actividad privada, las grandes empresas petroleras, no hicieron inversión en exploración. Entre
El 2004, el presidente Néstor Kirchner creó la empresa Energía Argentina Sociedad Anónima (Enarsa). Pero el actual escenario, con el plan de racionamiento energético por parte del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como epicentro, evidencia las dificultades que atraviesa el país hoy y augura las que habrá en los próximos años.

Rentas ajenas

Muchas fueron las inquietudes que se abrieron con la creación de Enarsa. "La empresa -que nace por decisión de los mismos que defendieron a capa y espada la enajenación de YPF- contará con apenas 25 agentes, y deberá lidiar en el mercado energético con gigantes como Repsol, Petrobrás, Shell y Esso. Las acciones de Enarsa estarán distribuidas de la siguiente manera: 53% Estado nacional, 12%, para las provincias, y 35% abierto al sector privado", indicó el periodista Jorge Vilas en un artículo titulado "Las penas son de nosotros, las rentas son ajenas", a partir del trabajo del Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (MORENO).
El porcentaje destinado al sector privado mantiene las dudas acerca de la política llevada a cabo por la empresa para que la Argentina lograra obtener nuevamente mayores beneficios de la actividad petrolera. Esto se profundizó en 2006, cuando Enarsa procedió a la firma de convenios para ceder a manos extranjeras la posibilidad de explorar los recursos marítimos.
Asimismo, la decisión del gobernador de Chubut, Mario Das Neves, de renegociar el convenio con la empresa Pan American Energy para la explotación de los recursos del Cerro Dragón hasta el 2047, acentuaron el problema de la no planificación. En ese sentido, José Rigane, secretario general de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA-CTA) y vicepresidente del MORENO, expresa: "Argentina no tiene empresas nacionales que representen sus intereses, sino que representan los de cualquier empresa, como Repsol, y otras tantas. Enarsa no es como PDVSA, que es el Estado nacional, al igual que YPFB, en el caso de Bolivia, al igual que Petrobras en Brasil, que aunque sea una multinacional en el exterior, dentro del país es una empresa del Estado". A su vez, Rigane se refiere a que en Bolivia, Venezuela, Ecuador y otros países han recuperado la renta estatal en un 80%, mientras aquí "un 70% de las divisas de las empresas salen del país sin ningún tipo de control. Ni siquiera habiendo pasado por el Banco Central".
Por otra parte, el economista Félix Herrero, otro integrante del grupo MORENO, explica que además de la pérdida de la renta petrolera, con la privatización se perdieron también los recursos naturales, la conformación empresaria y los puestos de trabajo. "YPF tenía más de 55 mil empleados, de los que sólo quedaron uno 6 mil al cabo de la privatización. Cutral Có y Plaza Huincul, General Mosconi, Tartagal, Berisso, Ensenada, Comodoro Rivadavia, Pico Truncado, Luján de Cuyo, Caleta Olivia, son ciudades donde se sintió el impacto de la caída de empleos y la red social que sostenía la YPF estatal", indica Herrero.
La situación de los trabajadores es otra pieza en el rompecabezas de la problemática energética. Mientras a nivel nacional se habla de la composición de Enarsa con unos miles de puestos de trabajo, en Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA), ese número alcanza más de 50 mil.
Además, los conflictos entre el gobierno nacional y las distintas empresas petroleras en cuanto a los niveles de precios y exportaciones derivan en diferentes presiones a los trabajadores. Desde NPEL, cuya base está en la Patagonia aunque tiene adherentes en otros puntos de América Latina, han expresado su solidaridad en esos conflictos laborales, que recuerdan las luchas que se antepusieron para impedir la privatización. Marcelo García, uno de los miembros fundadores de la agrupación, habló con Materia Pendiente desde Comodoro Rivadavia: "Los trabajadores en el sur son a nuestro entender los únicos que le disputan renta a las empresas privadas. Con cada una de las huelgas, piquetes y tomas
de las empresas, les están arrancando parte de las ganancias a los empresarios. Habiendo una ganancia tan abultada, de casi 42.000 pesos por minuto (ver página. 20) cualquiera podría pensar que conseguir un aumento de sueldos, tras 15 horas de trabajo diario, no sería difícil y por el contrario las luchas de los petroleros tienen que ser cada vez más duras y firmes para poder sacarle plata a los empresarios". Según relata García, actualmente los trabajadores "siguen ganando bastante menos que antes de la devaluación, con un alto nivel de productividad y explotación, y es por eso que se siguen dando constantemente huelgas en el sector de los hidrocarburos del sur del país".

La miopía del mercado

La "crisis energética" se hizo visible en diciembre y habrá que ver cómo continúa el panorama luego de los tiempos de calor, cuando se avecine el invierno y las falencias no sólo se noten en la electricidad y el combustible, sino también en el gas. Hay que planificar, para no seguir dando manotazos de ahogado.
"Eso también depende de decisiones políticas", plantea el economista Jorge Barrera, que integra la Asociación Latinoamericana de Planificadores Energéticos, entre otras organizaciones dedicadas al tema. "El mercado es miope en todo lo que es el largo plazo y la energía está vinculada al largo plazo. Entonces, el mercado puede funcionar para las decisiones de corto y mediano plazo, y está bien que funcione así, pero las decisiones estratégicas, deben ser tomadas por el conjunto del país, a través de una planificación, con participación de la mayor cantidad de sectores posibles. El Estado se descapitalizó en gente, en técnicos. ENARSA no es el sustituto de YPF, no lo va a ser nunca".
En la entrevista con Materia Pendiente, el ministro Lino Barañao anunció que uno de los "fondos sectoriales" a crear será en esta área, "para cubrir esa falencia que hay de investigación en energía en el país. En una época había institutos como el de YPF cuando era empresa nacional, que hacía investigación relevante, y ahora no existe. Necesitamos no sólo financiar proyectos de mayor envergadura, es decir que trasciendan a un grupo particular, sino crear alguna infraestructura relativa a ese tema: tal vez uno o varios institutos de investigación en energía... También hemos propuesto que la cooperación bilateral con Brasil tenga como eje la producción de energía sostenible: fuentes alternativas, no sólo las clásicas...".
Las políticas que se puedan llegar a tomar presentan diferencias a la hora de pensar un plan que considere las necesidades de los distintos sectores, y que prevea las distintas alternativas que pueden desarrollarse en Argentina. "Nosotros manejamos la energía a través de tres conceptos: como un bien social, como un derecho humano y como un problema de todos", enfatizan en el grupo MORENO: "Se trata de un modelo que toma la energía no como un commodity, como una mercancía, donde la venden al mejor postor, con los criterios de mercado, sino como un valor estratégico".
En ese contexto, hay quienes afirman que hace falta un proceso de integración energética, pero no solamente en cuanto a infraestructura y tecnologías sino a un "intercambio de saberes", en palabras de Barrera: "Nosotros no debemos importar gas de Bolivia para resolver solamente nuestro problema, tiene que ser un intercambio equilibrado. Ellos tienen un recurso natural y tiene un valor cada vez más importante. Entonces hay que darle valor a eso, y hay que devolver con inversiones y con transferencia de tecnología, formas que ellos necesiten. De alguna manera tiene que ser eso, digamos, intercambio entre hermanos, entre países hermanos y pueblos hermanos, en donde cada uno aporte lo mejor que tiene".

Las alternativas

Es sabido que los combustibles fósiles (gas y petróleo) no son renovables; si bien eso parece no haberse tenido en cuenta a la hora de elaborar planes energéticos en la Argentina.
Ese tipo de recursos presentan una desventaja en su uso habitual: por ejemplo, a la hora de cargar gas oil, se aprovecha sólo el 20% de la energía. A eso se suma el grado de contaminación ambiental que producen.
Ante esta situación, existen alternativas vinculadas al uso de fuentes primarias de energía, como la eólica (producida por los vientos -imagen 1-), la solar, la geotérmica. Walter Triaca, investigador del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, trabaja en un proyecto basado en la utilización de energías primarias renovables (sol, viento) combinado con el uso de tecnologías del hidrógeno, lo que configura un sistema sostenible de energía, saludable para el medio ambiente. Según describe Triaca, se trata de "un sistema de alta eficiencia, con prácticamente emisión nula de contaminantes" (imagen 3). "El hidrógeno es una sustancia que se puede generar fácilmente a partir de energías renovables primarias. Además tiene la ventaja que es el elemento más abundante de la naturaleza como constituyente del agua, es la sustancia que almacena la mayor cantidad de energía por unidad de peso y se puede almacenar bajo distintas formas".
El sistema, entonces, actúa de modo tal que a partir de la fuente primaria, energía solar o eólica, se produce electricidad. Con ella, posteriormente, a través de un proceso denominado electrólisis, se produce hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno se almacena convenientemente y luego se transporta al centro de consumo donde su combustión produce una energía útil, por ejemplo electricidad. Como las energías primarias son intermitentes, esto es, que por momentos no hay luz del sol o merman los vientos, se necesita una forma de preservación para esos momentos. De ahí la importancia del hidrógeno como almacenador de energía.
A eso se le suma la importancia de las celdas de combustible (imagen 4), "que pueden convertir el 70% de energía primaria en electricidad y el 20% se puede usar como calor. O sea la eficiencia total llega casi al 90%, lo que indica que esa pequeña diferencia también se puede aprovechar", explica Triaca.
En cuanto a las aplicaciones, el sistema es útil en lo que se denomina "generación descentralizada de electricidad", en zonas que están alejadas de las redes de alta tensión. En ese marco, la Facultad de Ciencias Exactas, a través del INIFTA, tiene un convenio en trámite con la Dirección de Energía de la Provincia de Buenos Aires, para introducir las tecnologías del hidrógeno en un plan para proporcionar energía a zonas rurales o aisladas. También se está prestando asesoramiento en ese sentido al gobierno de Chubut, a través de Secretaría de Infraestructura y Planeamiento de esa provincia.
"El costo de capital para tender una red de alta tensión es muy grande. En Argentina existen alrededor de más de un millón y medio de personas que carecen de electricidad por estar situados en zonas rurales o aisladas. Aún en la provincia de Buenos Aires, el estado más rico de Argentina, hay alrededor de 300 escuelas rurales que carecen de electricidad. En ese sentido este sistema contribuye a la generación de energía eléctrica, además de proveer también calefacción, porque es un sistema que así lo permite. Se aprovecha todo", indica el investigador.
Consultado por los costos de este proyecto, Triaca explica que "teniendo en cuenta que el valor del barril del petróleo, que está cambiando continuamente, está en el orden de los 100 dólares, la producción de hidrógeno con la tecnología más limpia, que sería la electrólisis del agua, es totalmente competitiva con el costo de un combustible como el de la gasolina o el gas oil con sus costos actuales. A eso se le suma la ventaja de no contaminar el medio ambiente".
Otra alternativa para tener en cuenta es una novedosa experiencia que lleva
Ese tipo de recursos presentan una desventaja en su uso habitual: por ejemplo, a la hora de cargar gas oil, se aprovecha sólo el 20% de la energía. A eso se suma el grado de contaminación ambiental que producen.
Ante esta situación, existen alternativas vinculadas al uso de fuentes primarias de energía, como la eólica (producida por los vientos -imagen 1-), la solar, la geotérmica. Walter Triaca, investigador del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, trabaja en un proyecto basado en la utilización de energías primarias renovables (sol, viento) combinado con el uso de tecnologías del hidrógeno, lo que configura un sistema sostenible de energía, saludable para el medio ambiente. Según describe Triaca, se trata de "un sistema de alta eficiencia, con prácticamente emisión nula de contaminantes" (imagen 3). "El hidrógeno es una sustancia que se puede generar fácilmente a partir de energías renovables primarias. Además tiene la ventaja que es el elemento más abundante de la naturaleza como constituyente del agua, es la sustancia que almacena la mayor cantidad de energía por unidad de peso y se puede almacenar bajo distintas formas".
El sistema, entonces, actúa de modo tal que a partir de la fuente primaria, energía solar o eólica, se produce electricidad. Con ella, posteriormente, a través de un proceso denominado electrólisis, se produce hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno se almacena convenientemente y luego se transporta al centro de consumo donde su combustión produce una energía útil, por ejemplo electricidad. Como las energías primarias son intermitentes, esto es, que por momentos no hay luz del sol o merman los vientos, se necesita una forma de preservación para esos momentos. De ahí la importancia del hidrógeno como almacenador de energía.
A eso se le suma la importancia de las celdas de combustible (imagen 4), "que pueden convertir el 70% de energía primaria en electricidad y el 20% se puede usar como calor. O sea la eficiencia total llega casi al 90%, lo que indica que esa pequeña diferencia también se puede aprovechar", explica Triaca.
En cuanto a las aplicaciones, el sistema es útil en lo que se denomina "generación descentralizada de electricidad", en zonas que están alejadas de las redes de alta tensión. En ese marco, la Facultad de Ciencias Exactas, a través del INIFTA, tiene un convenio en trámite con la Dirección de Energía de la Provincia de Buenos Aires, para introducir las tecnologías del hidrógeno en un plan para proporcionar energía a zonas rurales o aisladas. También se está prestando asesoramiento en ese sentido al gobierno de Chubut, a través de Secretaría de Infraestructura y Planeamiento de esa provincia.
"El costo de capital para tender una red de alta tensión es muy grande. En Argentina existen alrededor de más de un millón y medio de personas que carecen de electricidad por estar situados en zonas rurales o aisladas. Aún en la provincia de Buenos Aires, el estado más rico de Argentina, hay alrededor de 300 escuelas rurales que carecen de electricidad. En ese sentido este sistema contribuye a la generación de energía eléctrica, además de proveer también calefacción, porque es un sistema que así lo permite. Se aprovecha todo", indica el investigador.
Consultado por los costos de este proyecto, Triaca explica que "teniendo en cuenta que el valor del barril del petróleo, que está cambiando continuamente, está en el orden de los 100 dólares, la producción de hidrógeno con la tecnología más limpia, que sería la electrólisis del agua, es totalmente competitiva con el costo de un combustible como el de la gasolina o el gas oil con sus costos actuales. A eso se le suma la ventaja de no contaminar el medio ambiente".
Otra alternativa para tener en cuenta es una novedosa experiencia que lleva más de una década, que comenzó el profesor Carlos Cebeiro junto con sus entonces alumnos Juan Ignacio Brardinelli, Fernando Yaninello y Sergio Laurella, hoy docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, en una escuela técnica quilmeña conocida como "El chaparral".
Se trata del uso de aceite vegetal aditivado (ver recuadro) para el desarrollo de energía eléctrica; una alternativa que, a diferencia del biodiesel, no presenta altos costos. "El biodiesel es una modificación del aceite vegetal; se le incorpora otra molécula, que es de origen no vegetal, que es el caso del metanol. El biodiesel es un excelente combustible pero el valor agregado que tiene el biodiesel lo hace inviable para la industria argentina", explican. Durante febrero de 2008, junto con la Subsecretaría de Energía, la distribuidora CAMESSA y la empresa Centrales de la Costa Atlántica (imagen 2), se probó con una experiencia que el sistema funcionaba: se quemaron 25 toneladas de una mezcla de 80% de gasoil con un 20% de aceite. Los cálculos y ensayos de laboratorio mostraban que era factible generar electricidad con ese biocombustible, pero nunca antes se había validado con una prueba de esa naturaleza.
El proyecto apunta básicamente al aprovechamiento del aceite extraíble de semillas que hasta el momento se están quemando o no se están utilizando, en diferentes zonas del país. "A lo que apuntamos es a soluciones regionales", destaca el técnico químico Juan Ignacio Brardinelli, hoy estudiante de Biotecnología en la Universidad de Quilmes, y ejemplifica: "en Tartagal está el aceite de tártago, y actualmente están tirando las semillas. Ellos muy bien podrían usar esas semillas como fuente de energía para Tartagal. Otro ejemplo: el Chaco, por ley, tiene que quemar la semilla de algodón. Esto es: de la cosecha, hay un bajísimo porcentaje con el que se produce aceite de algodón, para un único cliente que hay, y el resto de las semillas se queman. Es una locura. Lo que pasa es que esas semillas, si se amontonan y las dejan por ahí tiradas, producen plagas que afectan a la cosecha de algodón. Pero están quemando oro. Porque ese aceite es un excelente combustible que se podría aprovechar para generar energía, que hace falta no sólo por la crisis energética, sino a niveles regionales, en todos lados. Cuando Gandhi decía que los países pobres no se pueden dar el lujo de no investigar, creo que se refería a eso y no tal vez a las grandes investigaciones de punta que se hacen en el país".
La puesta en marcha de proyectos como éstos dependen en primer término de decisiones políticas. Luego, habrá que tener en cuenta que hay que preparar a una sociedad que vivió más de cincuenta años dependiendo de los recursos fósiles, para pasar a una forma de vida dependiente de las fuentes de energías primarias. Pero eso no impide la discusión acerca de qué hacer con los hidrocarburos y el replanteo de cómo se debe abastecer la demanda de energía en el país. Las distintas pistas están a la vista. Habrá que ver cuáles son las más acordes para el problema argentino.

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