Un ítem fundamental - El ingreso: distintas concepciones en una misma Universidad

























En La Plata coexisten facultades que refuerzan sus planes de inclusión con otras que sostienen pruebas eliminatorias y sueñan con la posibilidad de cupos. También hay casos donde el filtro es encubierto: “Medicina utiliza la guillotina y otros recurren a métodos más modernos, que provocan el mismo efecto”, ironiza un docente de Exactas, donde un programa específico expresa la preocupación los primeros tiempos de la carrera universitaria.

Por Daniel Badenes



No digo que el cien por cien de los que ingresaron al preescolar tienen que ser universitarios. Eso tendrá que ver con un modelo de país que hay que discutir: si tenés necesidad que todos cubran todas las disciplinas, y de qué manera. Pero sí quiero que todos tengan la posibilidad”,
reflexiona Leandro Andrini, integrante del equipo encargado del Ingreso en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. “Hoy A rgentina es un país eminentemente excluyente. Tenés escuelas de primera, segunda, tercera y cuarta categoría”, agrega. En ese marco, sólo la dinámica
del estudio universitario constituye una barrera para muchos. Y cualquier restricción que se establece para acceder a una carrera, deja un tendal de aspirantes en el camino.
El debate resurge cada principio de año con las pruebas en Medicina. Desde que esa Facultad estableció un ingreso eliminatorio, en 1992, nunca tuvo más de 632 ingresantes, menos de un tercio de los que solía tener. “Quienes sostienen esos modelos luego trabajan en un ambiente
que es de sumo equilibrio, sin ningún tipo de tensión. Obviamente no tienen problemas
infraestructurales, porque los resuelven de manera previa. Si tienen capacidad para 25 y se anotan 3200, entran 25. Y no se preguntan por qué 3200 están eligiendo esa carrera”, advierte Andrini, que refuta con su propia experiencia el recurrente argumento de que sobran médicos: “Mi papá vive en una región de Santiago del Estero que se llama Nueva Esperanza: ahí tienen dos médicos para siete mil personas. Y están alejados de todo, de todo...”
El físico da cuenta de cierta conciencia sobre el tema en Ciencias Exactas, donde ingresan unos mil estudiantes al año: “En la Facultad la preocupación por el Ingreso es muy antigua; ha trascendido desde el regreso de la democracia hasta la actualidad”. Si bien se mantiene una política inclusiva hace años, la atención sobre el ingreso se profundizó en 2006, cuando un grupo
de estudiantes, graduados y profesores coincidieron en promover un plan de trabajo permanente, y la Facultad llamó a un concurso colectivo para seleccionar un equipo y una propuesta específica. Así surgió el Programa de Ingreso, Proyecto Inicial y Articulación con Escuela Media (ITEM), con tareas que van desde la difusión de las carreras ofrecidas por
la Facultad hasta el diagnóstico sobre el desempeño de los nuevos estudiantes en sus primeros pasos.
“Partimos de definiciones previas de la Facultad”, dice otro de los integrantes de ese equipo, David Aljanati, y ejemplifica: “en general, hay acuerdo en el carácter no restrictivo del ingreso, si bien hay algunos sectores que piensan lo contrario”. Puertas abiertas Andrini reconoce que esa primera definición “se contrapone con distintos modelos eliminatorios que existen, sobre todo en las facultades de Medicina, que en los ´90 se convirtieron en facultades de estricta eliminación”.
Concretamente, en la UNLP dicha carrera adoptó esa modalidad: hace quince años estableció un curso “de dos meses en el cual los alumnos tienen asistencia obligatoria, donde se dan cuatro
materias: Física, Matemática, Química y Biología”, cuenta Analía Errecalde, secretaria de Asuntos Académicos de esa Facultad. Ese breve curso culmina con evaluaciones escritas. Quien no aprueba, queda afuera. “El estatuto de la Universidad dice que cada unidad académica pude decidir la admisibilidad, entonces nos basamos en eso...”, intenta justificar Errecalde: “Medicina es una carrera especial, yo creo que no tiene las mismas características de las otras, porque
se basa en un gran porcentaje de actividad práctica, sobre todo en los años superiores...
Nosotros no podemos tener 4000 alumnos. Si fuera una carrera más teórica, con tener más
aulas y más grandes, ponemos más alumnos y podríamos... Ese es el motivo principal por
el cual limitamos el ingreso, y en realidad lo interesante además sería poder poner un cupo,
porque aún así estamos sobrepasados.” En los últimos años, la exigencia de esa Facultad ha multiplicado los institutos privados que preparan para superar la prueba (ver aparte), al tiempo que redujo la cantidad de aspirantes. “Medicina es el paradigma por lo guarango, si querés... Pero la exclusión se da en todas las facultades, incluso aquellas que no tienen un ingreso restrictivo”,
remarca Andrini y ejemplifica: “Ciencias Económicas tiene un nivel de encubrimiento que es distinto: si no aprobás tres materias, no podés seguir cursando”.

Formalmente, la facultad de 6 y 47 no tiene siquiera curso de ingreso, para ninguna de sus carreras. Desde febrero, los nuevos estudiantes cursan tres materias del ciclo básico: introducción a la Economía, Contabilidad I y Administración I. Las tres son de asistencia obligatoria –no se pueden rendir libres– y condicionan el recorrido posterior. Los aspirantes llegan a obtener la ciudadanía universitaria –al menos, un número de legajo– pero pueden
quedar años empantanados allí: hasta que no aprueban Introducción a la Economía, no pueden proseguir con otras cursadas. Económicas tiene entre 1800 y 2000 ingresantes por año, que cursan esas materias hasta junio. “Tenemos un alto porcentaje de deserción a partir de los
primeros parciales”, explica la secretaria académica de la Facultad, María Laura Catani: “Estamos hablando de ese primer año donde ellos no tienen curso de ingreso, así que vienen y, pum, se encuentran directamente con esas tres materias”.

El sistema está vigente desde 1992. “Ahora se está reviendo por todas estas cuestiones de evaluación externa y demás, estamos en actualización del plan de estudios; de cualquier manera no pensamos cambiar la política para el ingresante, ni siquiera los contenidos”, asegura Catani, entrevistada por Materia Pendiente.

Andrini recurre a una metáfora: “Se podría decir que Medicina utiliza la guillotina y estos otros recurren a métodos más modernos, quizás una inyección letal con dosis reguladas en el tiempo, que en definitiva provoca el mismo efecto”.

Los primeros pasos

“Vos ves ese porcentaje y decís ´bueno, qué cantidad de desaprobados´, pero en general acá es como que hay un grupo de chicos que hacen como un intento, a ver si les gusta”, interpreta Catani y arriesga: “No sé, por ahí en facultades como Medicina tienen más vocación...” Más o menos duro, el trayecto inicial es un problema común a todos.

“También en facultades como Exactas o A rquitectura, que más allá de las diferencias son comparables en cómo promueven la inclusión del alumno, tienen el choque en las primeras materias”, admite Andrini.

–¿La diferencia sería que acá ese choque se ve con preocupación, y en otras se vive como una selección natural...? –inquiere esta revista.
–Claro. Son distintas concepciones de sociedad. Aquella es una concepción liberal, que sostiene la supervivencia del más apto...
Contra esa lógica, el Programa ITEM encarado desde Exactas no se circunscribe a las semanas iniciales en que se concreta el pasaje del nivel educativo medio hacia el universitario.

También expresa una preocupación por el trayecto inicial que, según Andrini, “no tiene un tiempo acotado, pero podríamos decir el primer año de tránsito por la facultad, que es el más difícil, el de mayor tasa de deserción, cuando todo estudiante logra descubrir y comprender el ritmo que tiene este nivel educativo”.
En ese plano el Programa atraviesa una etapa de diagnóstico, aunque Aljanati ya anticipa que probablemente sea necesario avanzar en “revisar los programas de estudios del ciclo básico”, una
propuesta que “a veces esto se entiende como ´bajar el nivel´, y no es así: creo que hay que adaptar esos programas para que tengan una verdadera propuesta pedagógica, que sea
inclusiva, porque sino estamos transfiriendo la exclusión a los primeros años. La definición
política es que el ingreso es irrestricto. La realidad es que la restricción aparece inmediatamente después”.

Niveles

“Los docentes de la Universidad tenemos que entender que nuestro trabajo es tomar esos alumnos tal cual vienen y trabajar con ellos”, prosigue Aljanati, e insiste en atenuar las expectativas que se cargan sobre los cursos iniciales en facultades como la suya, donde el ingreso no es “selectivo a priori”. En ese sentido, cuestiona la idea de curso nivelatorio: “Con un ingreso de treinta días es muy difícil modificar la situación de los alumnos. La cantidad de horas que tenés es una ínfima parte de lo que tuvieron en la escuela media; es de una soberbia extrema pensar que eso va a nivelarlo para lo que requiere la Universidad. El ingreso tiene en gran medida una función cultural, de adaptación, de reconocimiento del medio... Se toma contacto con los docentes, se adquiere una perspectiva más académica, la autonomía en el estudio, etcétera... Pero no es nivelatorio simplemente porque no lo podríamos cumplir”. Aljanati también procura descargar las exigencias que pesan sobre la educación media, aunque no deja de admitir sus falencias, sobre todo desde las reformas de los ´90 que “provocaron una sensible baja de calidad”. “En parte es real que hay fuertes deficiencias en la formación de los alumnos”, consiente el integrante del equipo de Exactas: “de todas maneras, aunque la escuela media
fuese de buena calidad, no tiene por qué adaptarse a las necesidades universitarias... La escuela media tiene objetivos propios, que atienden a una masa muy grande de la población que no se propone ingresar a la Universidad, menos aún a las carreras de ciencias exactas o afines... Las facultades deberían asumir que los alumnos no vienen de un ciclo preuniversitario, sino de un ciclo no universitario”.

Al menos en la definición del equipo de Exactas, el primer objetivo del ingreso es la integración a Universidad. El curso –que es obligatorio para todos– consta de tres materias, más cuatro
talleres que comprenden la relación ciencia-sociedad y la promoción de la participación y el ejercicio de la ciudadanía universitaria: “Tratamos de enfocar la ciencia con una concepción
integrada e integradora, que cuestione qué beneficios y qué no beneficios tiene, entendiendo que es una producción social”, cuenta Andrini.
Desde la última reforma, las materias son las mismas para todas las carreras: Introducción a las
Ciencias de la Vida, Introducción a la Física y Química, y Matemáticas. “Nos proponemos que desde sus primeros pasos, los alumnos se esfuercen por no aislarse dentro de la especialidad que irán eligiendo, buscando promover actitudes que le permitan mantener, durante su tránsito por la facultad y en su vida profesional posterior, la curiosidad y el interés por conocer los desarrollos en otros campos del conocimiento científico y tecnológico”, dice en sus fundamentos el proyecto de Ingreso 2008.
Esa visión general resulta útil, además, porque una buena cantidad de estudiantes se cambia de carrera al interior de la propia Facultad. Pero centralmente, explica Aljanati, tiene que ver con “ofrecer una forma particular de pensar, más que determinados contenidos... Esto es algo que se enfrenta con la mirada nivelatoria, donde los alumnos pragmáticamente deben tener mucha
matemática porque es la dificultad mayor...”

No hay comentarios: